En 1536, a los 44 años, San Ignacio recibió su diploma, una Maestría en Artes, en París. Había regresado a la escuela primaria a los 33 años, destacando un doble aspecto en ello.
Ha encontrado el fin para el cuál ha sido criado, eso le mueve a ordenar todo su vida en función de ello: «solamente deseando y eligiendo lo que más nos conduce para el fin que somos criados» [EE. EE. 23], en sus propias palabras.
Por otro lado resalta su humildad: que un hijo afamado de la Casa de Loyola, un valiente Capitán, regrese a la escuela primaria a los 33 años no es fácil. Pero, también en sus propias palabras, «por imitar y parescer más actualmente a Christo nuestro Señor, quiero y elijo más pobreza con Christo pobre que riqueza, oprobrios con Christo lleno dellos que honores, y desear más de ser estimado por vano y loco por Christo que primero fue tenido por tal, que por sabio ni prudente en este mundo» [EE. EE. 167]
Ignacio es, pues, ejemplo de apasionamiento por Cristo. ¿Estás dispuesto a hacer lo mismo?
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